ENTREVISTA| Diana Rojo: "Menos mal que cuando Anaïs (Schaaff) me llamó por teléfono para proponer unirme al equipo estaba mi novio de testigo, así pudo confirmarme al día siguiente que no lo había soñado"
Entrevista a Diana Rojo
FICHA DE FUNCIONARIA:
·
Nombre: Diana
·
Apellido:
Rojo
·
Época de
procedencia: S. XX
·
Cargo: Guionista
Ni de coña me imaginaba que acabaría (empezaría, más bien)
trabajando en “El Ministerio del Tiempo”. Menos mal que cuando Anaïs me llamó
por teléfono para proponer unirme al equipo estaba mi novio de testigo, así
pudo confirmarme al día siguiente que no lo había soñado.
Como guionista, sólo había trabajado profesionalmente en
documentales y en un programa, así que las fases por las que pasé en unas
décimas de segundo fueron irrealidad, alegría y acojone. Claro, te invitan a
cenar, pero la cosa es no tenerte que ir por la puerta por la que has venido
antes de que saquen el primer plato. Una vez que te sientas a la mesa, te
tienes que hacer a la idea de que la cena no está servida, sino que te han
invitado a cocinarla. Y que los chefs no son dos aficionados, sino que son
Javier Olivares y Anaïs Schaaff. Entonces el acojone deja de ser acojone y se
transforma en otra cosa, en una presión positiva que no hace falta que te
impongan desde fuera, porque ya que te nace a ti de dentro. Estás escribiendo
en un proyecto que te encanta, aprendiendo y encima no te tratan con
condescendencia… ¿cómo no vas a esforzarte al máximo?
Anaïs y Javier habían visto unos vídeos que yo había editado
por pura diversión y, en el caso de los de Hitler, por amor a una serie que ya
me encantaba como espectadora. La conclusión que saco yo de esto es que si
empleas energía en hacer cosas que te gustan, puede que la gente que te
encuentre sea sólo la que desearías que te encontrara, la gente con la que vas
a trabajar a gusto. ¡Vaya obviedad que acabo de cascar! Pero es que yo eso
antes no lo sabía, así que no lo pienso borrar.
Sabemos que el primer
capítulo lo has escrito con Javier ¿En cuáles más has participado?
He co-escrito el del Cid con Javier, aunque en las
decisiones argumentales, sobre todo en el arranque de la temporada, hemos
tenido reuniones de equipo de guión con aportaciones fantásticas de otros
compañeros. Por ejemplo, Anaïs ha estado siempre muy presente a la hora de
escaletar capítulos que no firma, pero cuyos contenidos ha coordinado. Además
del capítulo del Cid, he co-escrito también los capítulos de la Vampira del
Raval y el de Napoleón, aunque yo a este prefiero llamarle “el de Angustias”.
Ha sido un lujo, porque cada uno pertenece a géneros diferentes y he trabajado
mano a mano con compañeros de los que he aprendido muchísimo. También he tenido
la oportunidad de estar desde el arranque, buscando historias interesantes y trabajando
el arco que están teniendo los personajes a lo largo de la temporada. Esa
implicación, junto con la participación en las reuniones de otros capítulos, ha
sido una experiencia muy completa y enriquecedora.
¿Qué significa para
ti trabajar para la serie más laureada por la crítica?
Acojonante. No sólo porque sea la serie más laureada, sino
porque de las series que están en nuestra parrilla es la que más me gusta a mí.
Y trabajar en un proyecto que admiras es muy estimulante. Por otro lado, pienso:
“con las buenas críticas que tiene… ¡a ver si voy a venir yo a estropearla!”.
Que una serie te guste, no quiere decir que sepas escribirla, pero sí que vas a
dar el 100% para hacerlo lo mejor posible, para contar las historias que a ti
te gustaría ver.
Lo mejor de escribir en una serie que ha tenido tan buena
acogida es la respuesta que te va llegando, que también te da razones para
corresponder. La ministeria está compuesta por personas de todo tipo, cultas,
curiosas, divertidas... Da gusto que la audiencia sea gente de la que tienes
mucho que aprender, que te pica el gusanillo de seguir indagando en temas que
desconocías. Para mí, es un intercambio. En esta serie jamás se escucha decir “vamos
a contar esto porque es lo que la gente va
a entender”. En El Ministerio es “vamos a hacer esto porque a nosotros nos
encanta, porque mola, porque nos emociona”. Contar las cosas de forma que se
entiendan y emocionen no implica que tengas que ser paternalista.
Si te diesen libertad
y recursos ¿A qué misión mandarías a la patrulla?
Seguro que hay mil historias. De hecho, hemos encontrado anécdotas
con las que no contábamos o épocas muy interesantes y de ahí han surgido
historias maravillosas. No siempre necesitas un gran personaje, sino una buena
historia. Una de mis debilidades es Palomares, toda esa época de “Spain is
different”, de los planes de desarrollo, el turismo y el “somos ye-yés”,
mientras seguían las políticas represivas de la Dictadura. Me fascina
Palomares, con el despliegue militar americano y esos españoles recogiendo los
residuos nucleares como quien limpia el polvo de su casa, sin guantes ni nada,
arremangaos. Cada mañana salía un helicóptero con una extraña pareja formada
por uno de los mejores científicos de la época, el Doctor Piña Craven; y un
pescador almeriense al que acabaron apodando Paco el de la Bomba, que había
visto caer el artefacto en el mar. Si incluyes a Doctor Bacterio, te crees que
estás en un comic de Mortadelo. Yo no digo nada, pero si alguien quisiera
hacerse con la cabeza nuclear, no tendría más que coger una puerta a 1966 y
secuestrar a Paco… Ojalá la serie contara con un presupuesto que le permitiera
grabar lejos de Madrid. Con mucha habilidad y mucho esfuerzo los agentes ha
viajado a lugares como Barcelona, Lisboa, Nueva York, Filipinas… Imagínate si tuviera
el presupuesto de otras series extranjeras.
Y si el ministerio
fuera real irías a…
A cuando tenía cuatro años. A mi madre le salió trabajo en
Canarias, así que allá nos fuimos las dos solas. Ella me tuvo muy jovencita y
fue madre soltera, así que lo pasamos un poco mal, sobre todo ella, que tenía
que compaginar sus horarios locos del trabajo con el cuidado de una cría. Tengo muchos recuerdos, aunque era muy
pequeña. Una vez me despisté y, en lugar de esperar que mi madre me recogiera
del cole, me metí en un autobús escolar de niños mayores. Cuando llegó al
colegio, yo estaba desaparecida. Lo pasó fatal. Menos mal que me fui a casa de
un niño y su padre contactó a mi madre. Me
gustaría ahorrarle el mal rato: “¡mamá, que no me han secuestrado!”. Pero sobre
todo me gustaría decirle: “Ya sé que mi yo de cuatro años llora mucho, pero no
te preocupes, lo estás haciendo muy bien. Eres una madre genial”.
¿Con qué personaje te
identificas más o te gustaría conocer?
Qué difícil… Me encantan todos, pero si Alonso necesita piso
en el presente, yo le pongo uno donde sea menester.
Eres fan de programas
de humor como “APM?” pero a la hora de hacer un guion ¿Tiendes a la comedia o
al drama?
Me gustan muchos géneros. Lo que me agota son las
narraciones afectadas, pedantes, algunas incluso con susurrantes voces en off, que
están todo el tiempo como diciendo “Mírame. ¿Acaso esto no es lo más importante
que te han contado en tu vida?”. Intensa voz en off que pareces anunciar
perfume, yo te maldigo. Me gusta el drama, pero quizá tengo tendencia a la
comedia. Armando Iannuci, el creador de “The thick of it” dice que para
escribir comedia hay que entrar en contacto con tu gilipollas interior. Es una
de mis frases favoritas sobre comedia. En mi caso, hay muchas cosas que
reconozco en mí que me dan vergüenza y dárselas a los personajes son un pequeño
acto de exorcismo. Hay actitudes supuestamente negativas que están mucho mejor
aceptadas. Decir “yo es que tengo muy mala leche” o “tengo pinta de borde” es
algo mucho más admisible que “me acabo de comportar como un pelele” o “tengo un
ataque de envidia. Y no es sana”. Lo divertido es rascar bien en lo que nos
cuesta admitir en voz alta. Si nos quedáramos en los defectillos amables, no se
habrían hecho series como “The Office” o “Louie”. Aunque una cosa es lo que te
hace gracia y te gusta explorar y otra distinta que sepas escribirlo. Yo voy
probando y la escritura va cambiando con uno. Menos mal que no empecé a
trabajar de guionista con veinte años, porque seguramente estaría intentado
vender una de esas narraciones susurrantes.
Dejando aparte el
Ministerio ¿En qué otras cosas estás metida ahora mismo?
Ahora estoy trabajando en la Biblia de la nueva temporada de
“Amar es para siempre” y estoy muy contenta. Transcurre justamente en esa época
que me encanta de los sesenta y es muy interesante el proceso de crear
personajes coherentes arraigados a la mentalidad de esos años. También tengo un
largometraje que estoy intentando mover, un par de documentos de venta con
otros compañeros y el blog Proyecto Yaya, donde escribo cuentos a partir de
dibujos de mi abuela.
Hubo mucha polémica
en los premios Goya a raíz de que no se permitiera a los guionistas posar en el
photocall ¿Qué piensas sobre este
tema tú que eres del sector?
Quizás haya quien interprete que todo se reduce al capricho
de pasar por una alfombra roja, pero no es así para nada. No se trata de que te
vayan pidiendo autógrafos por ahí, sino de que se valore tu trabajo, que se
remunere como es debido y que no te traten como si fueras un autor fallecido en
un pasado lejano con el que sólo te puedes comunicar por ouija. Para mí, la visibilidad no es un fin en sí mismo, sino una
herramienta para no te ninguneen dentro de la propia industria. El sindicato de
guionistas lleva tiempo trabajando, no sólo por nuestra visibilidad, sino por
el respeto al oficio; y quizá lo segundo se consigue, en parte, gracias a lo
primero.
Muchas gracias por
venir al despacho, para acabar, define la segunda temporada en una palabra.
Aventura.